A lo largo del tiempo se ha hablado y escrito del equipo de fotografía perfecto para un fotógrafo segúnel campo donde vaya a trabajar. Con esta publicación no quiero ser redundante ni voy a dar lecciones de qué cámara y objetivos comprar, simplemente contaré mi experiencia y haré una valoración sobre este tema que nunca pasa de moda.

Con 11 años de experiencia como asistente, retocador y fotógrafo he tenido en mis manos multitud de máquinas de todos los tamaños y calidades, desde trabajar con una cámara compacta hasta ensordecerme con los cristalazos de una Hasselblad, he conocido y trabajado junto a muchos compañeros cargados hasta los dientes hasta tal punto que al verlos de lejos se asemejana un militar en servicio, y por supuesto nuestro gran aliado y a la vez nuestro peor enemigo, el teléfono móvil.

En moda, como en cualquier otro ámbito de nuestra profesión, existe el equipo ideal aunque para ello debemos tener en cuenta varios conceptos claros: qué hacemos, para quién y para qué.

La mayor parte de mi trabajo consiste en campañas de imagen, comerciales o lookbooks, producto y editoriales para revistas, por lo que necesito un equipo que ante todo prime la calidad por encima de otras virtudes. Mis fotografías son estudiadas y en situaciones controladas aunque en muchas ocasiones se termina improvisando, los modelos posan para mi y los productos no suelen tener patitas para moverse, no suelo estar muy distanciado del sujeto y hasta ahora nadie ha dado más de 3 pasos corriendo delante de mi cámara.

Ya con estos datos puedo deducir que mi equipo debe tener un cuerpo de cámara de gran calidad, no tiene por qué ser demasiado rápida en ráfaga y tampoco necesito un ISO estratosférico. En cuanto a objetivos es indudable que deben ser de gran calidad óptica y en mi caso la mayoría de veces disparo con diafragmas entre 4 y 13, con lo que no necesito un 1.2, 1.4 o 1.8, y entre 24 y 100 mm, para qué voy a cargar con grandes angulares o pesados teleobjetivos.

 

 

En muchas publicaciones donde tratan este tema se olvidan de algo muy importante para nosotros, todo nuestro equipo no es una cámara, un objetivo y tripode, para desempeñar nuestra actividad es indispensable contar con un juego de flashes, fondos, y muy a pesar de nuestros bolsillos un buen ordenador. No olvidemos complementos como tarjetas de memoria, baterías, radios para los flashes, portafondo, tarjetero, discos duro, y un largo, tableta gráfica, y un largo etc…, nuestro mundo no es nada barato.

¡Y ahora llega lo peor! Después de gastarnos miles de euros en equipo nos dicen que pongamos las imágenes a 72ppp para la web o que el soporte final de las fotografías será instagram y luchar con el cliente para que no ponga un filtro horroroso. La realidad va de la mano con la tecnología y a menos que sea para una publicación en revista o un vinilo publicitario para una feria no necesitaremos una cámara que tenga 40 megapíxeles. Cada día se hacen menos catálogos impresos, el presente y futuro próximo es internet.

Dicho todo lo anterior de nada sirve nombrar marcas y modelos, el equipo de fotografía perfecto está en aquel que se haga a tu forma de trabajar y cumpla las exigencias reales que tienes. Ten un rato para pensar a qué te dedicas y no a qué puedes dedicarte en algún momento puntual porque ahí está nuestra perdición, gastar un dineral en materiales que “podremos utilizar“ pero después de un tiempo en la mochila terminamos malvendiendo.

Mi consejo para fotógrafos amateurs o personas que quieren iniciarse en este mundo, no caigáis en este error tan común, pensad qué hacéis y qué queréis hacer, encontrad algo a vuestra medida y sobre todo pensad que una cámara no va a hacer mejor o peor fotografía, eso está en nuestra creatividad y en la forma de ver y captar lo que tenemos ante nosotros.

 

 

Dedicado a Miguel Machuca, gran profesional y amigo.